
Ali Akbar, el último vendedor de periódicos ambulante de París

Todo el mundo lo conoce y él conoce a todo el mundo. Cada día, Ali Akbar recorre la calles del centro de París para despachar sus periódicos. Con 73 años, este pakistaní es el último vendedor ambulante de diarios de la capital francesa.
"¡Francia va mejor!"; Eric Zemmour, candidato de extrema derecha a las elecciones presidenciales de 2022, "¡se ha convertido al islam!"... Ali inventa titulares humorísticos y los declama, recorre las calles de Saint Germain des Prés bajo las miradas divertidas de los vecinos y turistas de este París de intelectuales, galerías de arte y librerías.
"Incluso las paredes podrían hablar de Ali", dice sonriendo Amina Qissi, camarera en un restaurante frente al mercado de Saint Germain, quien conoce al vendedor pakistaní desde hace más de 20 años.
Para ella, este "personaje" delgado y de rostro fino, con sus periódicos bajo el brazo, es inseparable del barrio. "¡Incluso los turistas habituales nos preguntan dónde está si alguna vez no lo ven!"
El presidente francés, Emmanuel Macron, prometió condecorarlo como Caballero en la Orden Nacional del Mérito por "su compromiso al servicio de Francia".
"Al principio, no me lo creía, seguramente fueron unos amigos quienes se lo pidieron... o tal vez fue él quien lo decidió por su cuenta, nos cruzábamos a menudo cuando era estudiante", recuerda el vendedor, con gafas redondas, overol y gorra gavroche, que ahora vende principalmente el periódico Le Monde.
"Creo que es por mi valentía. Porque he trabajado mucho", explica.
Llegó a Francia a los 20 años, con la esperanza de salir de la pobreza y enviar dinero a su familia que quedó en Pakistán. Fue marinero y luego operario en un restaurante en Rouen, en el noroeste.
- "Animar el ambiente" -
En París conoció al periodista y humorista Georges Bernier, quien le propuso vender sus revistas satíricas Hara-Kiri y Charlie Hebdo.
A lo largo de su vida, explica que fue víctima de agresiones, conoció la extrema pobreza... pero nunca "se rindió".
Al menor de sus cinco hijos, Shahab, de 30 años, le gusta enseñar los artículos que le han dedicado a su padre en la prensa internacional, como en The New York Times, BBC, The Asia Business Daily o La Stampa.
En sus comienzos como vendedor de diarios en los años 1970, Ali se centró en el distrito 6, en aquel entonces un barrio universitario donde "se comía barato". Frecuentaba la calle Saint Guillaume frente al prestigioso centro de Sciences Po y cuenta que aprendió francés con los estudiantes, entre ellos algunos que "se convirtieron en ministros o diputados".
París contaba entonces con unos cuarenta vendedores de periódicos que pregonaban en voz alta, ubicados en lugares estratégicos como las entradas del metro. Él se desmarcaba porque elegía deambular y prefería el barrio latino.
Fue en la década de 1980 cuando comenzó a inventar títulos llamativos.
"Quiero que la gente viva con alegría. Hago esto para animar el ambiente, eso es todo", explica, antes de admitir "que cada vez le cuesta más encontrar buenas bromas", porque todo "es un caos".
Percibe 1.000 euros (1.175 dólares) de pensión al mes, pero sigue trabajando de 15h a 22h cada día. Esta tarde hay pocos clientes. Vende en promedio una treintena de periódicos al día, frente a los 150 o 200 de cuando empezó.
"¡Mientras tenga energía, seguiré, trabajaré hasta la muerte!", bromea.
Y.Borowski--GL