
Las granjas urbanas de la capital nigeriana, amenazadas por el desarrollo inmobiliario

Bala Haruna inspecciona cuidadosamente sus campos de maíz, yuca y gambo situados en un cruce de carreteras de cuatro vías que atraviesa Abuja, la capital nigeriana. Sobre su cabeza pasa un estruendoso viaducto.
Su granja familiar, situada en pleno centro, estaba allí mucho antes de que se planearan las grandes arterias viales, la imponente mezquita cercana y los rascacielos vecinos.
Fundada en 1991 para servir de capital política de Nigeria, Abuya -en el centro del país más poblado de África- ha tenido un rápido crecimiento demográfico, con 4 millones de habitantes en la actualidad, un millón y medio más que hace cinco años.
Este auge urbano despierta cada vez más la codicia de los desarrolladores inmobiliarios y amenaza la sobrevivencia de la granja de Bala Haruna y de decenas de otras fincas urbanas que salpican el hormigón de la ciudad.
"Aquí no había ningún edificio", cuenta Haruna, de 42 años, al recordar su infancia en los campos que cultivaban sus padres. El trino de los pájaros y el croar de las ranas aumentan de intensidad como respaldando sus palabras.
Estas granjas urbanas deben su existencia en gran parte a que están situadas en barrancos de difícil acceso a lo largo de los lechos de los arroyos.
"Tener un espacio verde en una ciudad tan densa y poblada como Abuya es muy beneficioso", comentó Malik Kuje Guni, un jubilado de 63 años que se dedica a la agricultura desde hace tres años para complementar sus ingresos.
Mientras decenas de miles de habitantes pasan a diario frente a las granjas sin prestarles atención, Guni las visitaba con frecuencia cuando era funcionario para disfrutar de la sombre y el aire fresco. Hoy cultiva su propio campo de papas.
En teoría, estas granjas están protegidas por las normativas que las consideran como espacios verdes municipales que permiten la regulación natural del clima, en una ciudad donde la temperatura media alcanza 30 ºC.
Pero en realidad, los promotores inmobiliarios se apoderan de estas tierras para construir oficinas y viviendas.
- Urbanización y demografía -
Al otro lado del viaducto, el futuro ya llegó: la vegetación se detiene bruscamente y la temperatura aumenta de repente por encima de los campos arrasados por los equipos de construcción.
Según los agricultores locales, las personas que tomaron sus tierras hace tres años no les dieron ningún documento y solamente les pagaron 300.000 nairas para compartir, una suma que en ese momento equivalía a 750 dólares.
La adopción del plan maestro de Abuya, con varias décadas de antigüedad, está marcada por abusos, según Ismael Nuhu, investigador de gestión urbana.
"Los políticos lo continúan usando para apropiarse de tierras diciendo simplemente: 'oh, según el plan maestro, esto no debería estar aquí', sin importar lo que realmente dice el documento", contó a AFP.
Nyesom Wike, ministro del Territorio de la Capital Federal (FCT), declaró recientemente que "aplicará" el plan maestro para construir carreteras y desalojar las viviendas que se encuentran en el camino.
Las autoridades del FCT, incluido el portavoz de Wike, no respondieron a los pedidos de comentario de AFP.
Las granjas urbanas brindan empleos estables en la agricultura, un salvavidas para algunos en un país con una población creciente que no logra crear suficientes empleos y en plena crisis económica desde hace dos años.
Hace unos meses, promotores inmobiliarios invadieron el campo de Godwin Iwok y destruyeron su platanares.
Iwok, quien hace 22 dejó su empleo como agente de seguridad para mejorar sus ingresos como agricultor, tuvo una parte de sus campos destruidos dos veces en los últimos dos años, sin recibir indemnización.
"Utilizo lo que gano aquí para que mis hijos puedan ir a la escuela" y no seguir como agricultores, admite Iwok.
T.Wisniewski--GL