¿Preguntas? Aukus en jaque!
La revisión ordenada por la Casa Blanca sobre el pacto AUKUS ha encendido las alarmas en Canberra y Londres: Washington evalúa si la transferencia de submarinos nucleares a Australia comprometería la propia fuerza submarina estadounidense, una señal que muchos interpretan como un “no” rotundo a los plazos inicialmente pactados.
Guiado por el subsecretario de Defensa Elbridge Colby—crítico declarado del programa—el examen promete ser “empírico y sin concesiones”. La sola posibilidad de que el informe concluya que los astilleros norteamericanos no pueden sostener dos flotas simultáneas deja el futuro del acuerdo en suspenso.
La preocupación quedó expuesta en el Congreso: el almirante Daryl Caudle advirtió que EE. UU. tendría que duplicar su ritmo de construcción para liberar siquiera un solo Virginia-class a Australia, algo “irreal” con la capacidad actual. Sin ese salto, no habría submarinos disponibles para la exportación. A la vez, las exenciones comerciales concedidas a Australia no cubren tecnología submarina de propulsión nuclear; los controles de exportación continúan vigentes y ralentizan cualquier integración industrial entre los astilleros de ambos países.
La tensión se agudiza por los nuevos aranceles de la administración Trump y por la exigencia de mayores pagos adelantados: Washington reclama a Canberra más de los 2 000 millones de dólares ya comprometidos, mientras cuestiona que Australia no se haya comprometido públicamente a emplear los submarinos en un eventual conflicto con China. Frente a la incertidumbre, Australia desembolsó recientemente otra cuota de 800 millones de dólares y firmó un tratado bilateral de 50 años con el Reino Unido, además de sellar un acuerdo histórico con Japón para fragatas de próxima generación, en un intento de diversificar proveedores y mantener vivo su plan de modernización naval.
Analistas locales señalan que el proyecto—valorado en 368 000 millones de dólares—podría colapsar, liberando fondos para capacidades aéreas y misilísticas de largo alcance consideradas más urgentes. Algunos incluso ven en el posible fracaso una oportunidad para redefinir la estrategia de defensa australiana sin cargas nucleares. Por ahora, el Pentágono insiste en que el veredicto llegará en otoño boreal. Hasta entonces, la alianza permanece en vilo: sin un sí inequívoco de Washington, el corazón nuclear de AUKUS late cada día con menos fuerza.

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